Sin duda alguna, basta con visitar alguno de los municipios de Antioquia para darse cuenta que inmediatamente evocan las costumbres que vemos reflejadas en la forma de actuar y de expresarse de nuestros padres y abuelos.
Palabras como “aguadulce”, “berraquera”, “amurao”, “apá”, “amá”, “frisoles”, “boleo”, “aguaepanela”, y “mijo”, tan pronunciadas aún en los días de la modernidad y la globalización, demuestran que aún permanece muy arraigada una cultura a la que la gran mayoría, nos sentimos orgullosos de pertenecer.
Ir a “puebliar”, nos translada a aquella época en la que las actividades diarias se llevaban con espontaneidad: al salir el sol o un poco antes, se levantaban todos los miembros de las familias, cada uno tomaba su jícara de chocolate y se disponían a realizar sus actividades correspondientes. Almorzaban a las ocho, a las once repetían el chocolate o tomaban mazamorra con leche o con panela, comían fríjoles con tocino a la una de la tarde; el trabajo finalizaba a las seis de la tarde, hora en la que se rezaba el rosario, cenaban a las siete y se acostaban a dormir a las ocho. El domingo era un día de descanso para todos, en el cual se rendía culto a Dios y se cultivaban las relaciones sociales.
Y no solo por las tradiciones, sino por la inigualable belleza de los paisajes Antioqueños, es que vale la pena volver a lo nuestro, a lo que la naturaleza nos ha dado pero que ignoramos totalmente. Pero eso sí, primero hay que conocerlos, porque difícilmente se ama lo que no se conoce.
mijo venga pa aca pues que los frisolesss!! estan listos!!..
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